En la selección nacional Peucelle disputó 25 partidos, y ganó la Copa América de 1929 y 1937. Además disputó la primera Copa Mundial de Fútbol organizada por la FIFA, en Uruguay, en 1930. Le convirtió dos goles a los Estados Unidos en la semifinal y un gol a los uruguayos en la final.
Se destacó como jugador y técnico. Habilidoso aunque extraño en sus gambetas, se lo llamó “Barullo” por las complicaciones que le presentaba al adversario. Fue uno de los primeros polifuncionales que aparecieron en las canchas argentinas. Jugaba en todos los puestos, tanto es así, que cuando cualquier compañero no podía actuar por algún inconveniente físico, Peucelle lo reemplazaba (en esa época no estaban permitidos los cambios durante los partidos). Ya en el último tiempo de jugador demostró su inquietud de entrenador y aconsejaba a las divisiones menores.
Inmediatamente de colgar los botines asumió su verdadera vocación de maestro del fútbol. Instructor, orientador, descubridor de jugadores, era una verdadera Biblia del fútbol. Para muchos, sus ideas fueron el embrión original que desembocó en La Máquina. Es más, el periodista Dante Panzeri consideraba que esa formación llegó tan alto porque Peucelle supo ubicar a cada jugador en el lugar que más rendía. A propósito de La Máquina, Peucelle confesó en 1969: Ese nombre fue un invento de Doña Rosa, la mamá de Pedernera. Inteligente y observador, fue también uno de los primeros estrategas del fútbol local. Además de la sabiduría empírica que desparramó por las canchas, sus conceptos quedaron documentados en reportajes y libros. Uno de éstos últimos, "Fútbol todo tiempo e historia de La Máquina" (Editorial Axioma, 1975), rescata su pensamiento.”yo no enseño
Sin embargo, con el mismo perfil bajo que siendo entrenador de River hacía que usara un modesto buzo con una letra “M” de “masajista, Peucelle aclaraba sobre su mentada sabiduría: “yo no hago jugadores, sólo capacito y oriento”.
Fuente: El Gráfico y wikipedia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario